11.2.12

Fragmentaciones

Hace tiempo pero no puedo escuchar mis pensamientos. Me preocupa ya no ser yo mismo. Una cara bajo muchas otras que ser. Esperar que al final uno de esos tiempos sea verdad, una de esas versiones de mi mismo tenga sentido, tienda a la congruencia de lo continuo en ese intento por ser una persona. La unidad ya no es posible, no hay axioma tan de asociación libre. La unidad ya no es posible, mis fragmentos también se fragmentan, mis ojos empolvan mis mejillas. Si me desintegro un poco más podré llamarme de otra forma, cambiar mis identidades móviles, caras en páginas, anuarios de extranjería certificada. Prefiero tu sexo impuesto por la circunstancia del abandono propio. Qué superlativo aplicarás a mi cuerpo en extremo fragmentado, a mis ojos desusados que no quieren verte en tantas noches. Qué palabras intentarás disfrazar para endulzar la píldora que tendré que tomarme mañana. Explicar cuándo. Si lloro ya no seré otro. Todas mis posibilidades volverán a mí y perderé los últimos bastiones. Ya no seré, ya no podré creer en sueños o ebriedad. Escribir nunca fue fácil. Si me detengo los abismos se abren mediocres infinitesimales. Si me muriera a tu lado qué opinaría el que pasea los perros en el barrio. Tendría más incidencia que la ausencia de un apodo cariñoso, quizás el de una abuela recientemente fallecida. 

Guardo los eufemismos para la vida diaria. Esa es una parte pequeña de mis muchas vidas. Me quebré unas ene veces. Si vuelvo a mirar sobre mis pasos veré los fragmentos que ya nadie podría adjudicarme, que con esfuerzos como opera prima yo mismo reconocería, fama, esperanza mediante. 

Quien llegó al final de un solo paso, quien es tan idiota que carreras tan cortas, inútiles de correr, recorrer, emprender, concebir, predecir, ensoñar, reprimir, dirimir, huir. 

Hacía tiempo que no podía escribir, dejar que este fragmento compulsivo se manifestara. 

*  *  * 

Creo que nuestra relación tuvo algo de sofisticado. No tuvo la pasión de un romance francés o de una escapada americana. Yo no fui muy buen poeta, ni amante. Creo que toda esa alcurnia recayó en ti, no me desentiendo, sin mí no hubiera llevado ese nombre, pasado de un rato entretenido entre dos personas que no entienden un mapa o el menú de un restaurant que no pueden pagar. 

Nunca -porqué una palabra pesa así- entendí cuándo te fuiste. Las razones están en todos lados, que las escribieras fue deferencia innecesaria. El cuándo, se me escapa. ¿Qué quiero decir? Me gusta volver a tu pinta de francesita, boina cada tanto, las sonrisas entre pasteries insólitamente a tiempo. Si escribo sobre ti y contamino el recuerdo y sos varias veces otra, como si manosearan tu cuerpo y fuera un pasamanos de mujeres que se envolvieran en tu piel con forma de tinta. De repente también sos un fragmento, una parte de una equivocación, no tú, sino el desmembrar, y quiero fijarte de nuevo, recuperar tu contorno que le prestaste a otras cada vez que las conocí y te añoraba. 

Pocos piropos pueden ser tan ofensivos.

1 comment:

Don Julio said...

pa!

Salado.

Y bello, a la vez.

un abrazo.