3.1.12

Empecé por prender la luz para asegurarme que nadie fuera yo. Después me senté y abrí las piernas frente a la cámara. Podía manejarla con el mouse y la mano derecha, llevarla y enfocarla donde quisiera. El monstruo se esparció por toda la zona y abarcó sin demora buena parte de mis caderas. Quería que el mundo conociera ese naufragio de la naturaleza y la evolución. Quería cobrar mi desdicha en fama, tantas veces la frustración del colchón que de repente es demasiado liviano y la puerta que se cierra. Después las miradas esquivas y las palabras deformes para decir nunca más. Mi íntimo lugar de atrofia, potencial falsificación o mito. Repetición incontinente en cada espacio que fuera afín, cada categoría que necesitara un rótulo tan ambiguo como atrayente. 

Seguí un rato más, diría que me acalambraba. Que sentía el peso de las horas y la rara verdad. Sin comentarios.