21.3.12

Mamá amasa la masa. 
La masa está sosa.
Papá golpea la mesa.
Mamá llora.

2.3.12

Estoy inburrido. Distraigo la hora en la hastiante repetición de platillos. Los cubiertos saltan en la losa con retraso cada vez que aporreo la mesa en el ademán de levantarme sin razón, arreglarme la camisa o saludar a algún conglomerado levemente familiar. El tintineo se pierde entre las conversaciones y las aceitunas reacias a ser ensartadas. Las mesas son mapa y crónica de la ocasión, precisados en sus accidentes, promontorios de servilletas, cursos que sobre las mesas se estancan como en un paisaje al terminar en lagos, algunas veces antecedidos de cataratas en tela saturada. La fauna sutil deambula entre las cartografías y con sus patas renueva el recuento. Alarga los nombres de las bahías de tan primorosa caligrafía. Informa, reforma, descuenta el hallazgo de cierto arroyo o la simple planicie que llevaría el nombre de alguien olvidado. Al final filial el mapa se vuelve ejercicio de poligrafía o cartomancia. ¿Llega la hora de irse?