26.4.15

Ensangres

¿De qué está hecho un valiente? ¿Cuál es la composición exacta del sumo terreno de la hombría? ¿Cuantas veces debe latigarse la voluntad del miedo (la única real) para lograr el punto exacto, bullicio, de ser héroe? Héroe, como mudanza espartana, descalza, llena de medallas que más pesan y menos alimentan a medida se acumulan. Abruman la piel estrellada de metralla desatada por manos similares, al otro lado de un continente se asemejan mojadas en lágrimas, una bala desavala toda supersticiosa alabanza, también a él llegan las rotosas telas de mortajas para indigentes. Embocó su grito en un cañon amigo, permiso, me muero, dijo, y lo gritó en la soledad de un piso lleno repentino de él. Fabularia cualidad de sangre y sesos, de todo tornarlo forénsica prueba, delito peritable, perímetro delineado. Llegan las togas, ordenan pira, y posmortem digna, a la carroña de victorias, al hombre que supo ser valiente hasta matarse. En otra tierra árida entregarían bandera a viuda secuestrada de la distancia y la amnesia, un recuerdo pulcro que colgar en su frente, en el asta del otro marido patriota por no luchar, por no morir, por mandar su sangre en sangre de otros a cobrar. Entonces que se mate ahí suena a justicia. A muerte reparadora, a privación de cómodas formas, utensillos desvalijados a la vida ladrona de ella (la inocencia no queda en stock). Ella que no supo aguantar el deber de ser muerte inminente en espilgrana, y luego metralla, fuego amigo, convoy emboscado y no lo último, quedan frenos que no funcionan, alas que se desenzamblan en aterrizajes forzados por leyes materiales, una bala, fuselaje. Ella prefirió lo sólido de los puentes que tiende su nuevo él, su él de las cosas que se llevan los hombres de overall gobernante para confirmar que la muerte fue incomodidad, furtiva venganza, a ellos, ella, él.

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